Llegado el momento
Una mañana de Marzo llegó la carta, esa carta con la fragancia de una distancia perfumada, que traía en su remite los embates del mar que escondía tras sus fucilazos la luna, y las letras, envueltas en el papel de seda que usábamos las tardes tormentosas en las que encubríamos la risa en estancias de pureza...
La mirada recorría azules las runas en cobalto cinceladas con los perfiles de la inconsciencia pretendiendo absorber en un suspiro la vida misma en la que se asila cada grano de rumor y silencio, con los que aderezar los instantes que una vez soñados se escapan y que ignoramos en qué fragmentos se esparcen.
Entre las líneas en blanco los dedos matizan la sombra de lo callado y sientes el aire arremolinarse entre la timidez y la audacia, y cómo se revuelve tu cabello tras las palabras que los nombres alcanzan, mientras sitúas acunado su rostro entre los pliegues de los recuerdos y de nuevo a los ojos vuelve cómplice el destello de la inexperiencia...
Nunca fue echada en buzón alguno, ni siquiera pasó por manos que la verificaran. Sólo asumió su momento antes de que fuera tarde...
© FreeWolf
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