Un gato en el zoco
Estrechas las calles caminan lento el silencio entre los centenarios muros de la tarde y los ojos avanzan por las ventanas y puertas que invitan a la curiosidad y el fisgoneo.
La sombra es el espejo que se mueve entre finos hilos dorados y rosácea cal tintada y en cada recoveco devuelve el canto de la infancia cuando al compás de la sirga murmuraba en el devenir el sino de nuestros pasos que incesantemente vuelven a las solazadas horas del estío.
Noto aún en el aire la mirada parsimoniosa y felina que celaba el bullicio de nuestros juegos y que en cálidos ronroneos asentía desde su puesto de guardián haciendo de la calle su propio solaz y universo.
Sólo el eco de los goznes, antesala del llamamiento materno, lo absolvía de la cumplida presencia como el rayo libera al trueno de la atávica dominación de la tormenta.
© FreeWolf
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