A la luz oculta del alba
Evitan los roces el aullido frío de las sombras en la profundidad de la noche cuando oculta la luna disimula el camino que lleva a las médulas del silencio y las tinieblas esconden tu nombre en los lienzos extraviados del tiempo que no aguarda la caída de unas lágrimas sino su estela en la hondura del alma, y la cumbre de nuestra pasión, que entregada en el alba a los pliegues cálidos de mis manos sustenta cárdeno la esfera de la dicha mientras las estrellas titilan en cada partícula de la madrugada y tierna la ilusión aguarda gozosa la venida de la mañana y su amada claridad cuando la luna parpadea en sus fases la pupila niña de la inmensidad embelesada...
Los pájaros entonan en el jardín el cantar de los cantares entre los fragantes pétalos del romero mientras dormidos los ojos evocan alborozados sueños errantes de un beso y un te quiero... mieles de sangre y romero, de calor y esperanza entre los naranjales que azahar nos regalan en las siluetas de arreboladas velas... y una rosa acoge nuestro amor en su fronda y le declara al sol nuestros desvaríos e ilusiones...
Dejemos que la fugacidad repentina del alba sea el secreto de las gotas de rocío que resbalan por la sedosa corola del anhelo y que tañan para nosotros el vals del silencio y trueque el aire las blancas nubes en alfombra carmesí donde los pasos sean el sendero que conduzca a la quietud y el sosiego... mientras abandonamos nuestros propios recuerdos...
El olor trae entre las hojas otoñales las risas infantiles tras la ventana que retiene vidriosas las gotas del crepúsculo mientras resbalan por los cristales del tiempo y se tornan pensamientos... y la tierra recibe en su seno esas partículas y también nuestros labios de vida sedientos, purificada fortuna del cuerpo en cristal esmerilado... Y renacemos tras cada voz que habla de la persona amada cuando sentimos el momento fénix de nuestro encuentro y asciende el incienso por las paredes del tránsito y escalan los cielos entre los alados espacios de ámbar y sueño... y la savia del universo empapa nuestras entrañas cuando dejamos el ánimo en calma...
© FreeWolf
Los pájaros entonan en el jardín el cantar de los cantares entre los fragantes pétalos del romero mientras dormidos los ojos evocan alborozados sueños errantes de un beso y un te quiero... mieles de sangre y romero, de calor y esperanza entre los naranjales que azahar nos regalan en las siluetas de arreboladas velas... y una rosa acoge nuestro amor en su fronda y le declara al sol nuestros desvaríos e ilusiones...
Dejemos que la fugacidad repentina del alba sea el secreto de las gotas de rocío que resbalan por la sedosa corola del anhelo y que tañan para nosotros el vals del silencio y trueque el aire las blancas nubes en alfombra carmesí donde los pasos sean el sendero que conduzca a la quietud y el sosiego... mientras abandonamos nuestros propios recuerdos...
El olor trae entre las hojas otoñales las risas infantiles tras la ventana que retiene vidriosas las gotas del crepúsculo mientras resbalan por los cristales del tiempo y se tornan pensamientos... y la tierra recibe en su seno esas partículas y también nuestros labios de vida sedientos, purificada fortuna del cuerpo en cristal esmerilado... Y renacemos tras cada voz que habla de la persona amada cuando sentimos el momento fénix de nuestro encuentro y asciende el incienso por las paredes del tránsito y escalan los cielos entre los alados espacios de ámbar y sueño... y la savia del universo empapa nuestras entrañas cuando dejamos el ánimo en calma...
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