El ancho de la espera
Se hace tarde
y el tiempo se aleja
de la corriente del mar
tras las nubes del horizonte
como la isla de un náufrago
donde queda perdido el paraíso
o la muerte.
El plátano deposita sus esperanzas
en el frescor de la sombra
y en sus resistentes aquenios
donde descansa la semilla
y el frescor del verano.
Recuerdo algunos parajes
donde la sombra de estos árboles
asemeja la profundidad de una gruta,
un lugar insospechado,
inquietante y un tanto huidizo.
El cielo, azul, observa
la simplicidad de la existencia
mientras se expande
en el aire
y en los pensamientos
tras las volátiles caricias
del murmullo y de la aquiescencia.
Juegan los niños a saltar
intentando rozar la bola
y el firmamento
mientras se oye el bullicio
de la tarde por el parque.
Sé que tus ramas estiran las hojas
en los renuevos y en los ojos
que acompañan al río por el puente
donde las piedras esperan
mientras miran Salamanca…
© José Luis
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