Estrías adiestradas
Las ruedas rotan en los vórtices
azabaches y bruñidas adarajas,
se retienen tácitas en el vínculo
circunstancial de la breve zanja.
Transversal han sesgado la calle
de una a otra acera, una frágil cesárea,
paralelamente la tierra se destripa
al cruce de vecinas y curiosas palabras.
Ahora los coches retendrán la fiereza
del pie que al albedrío intimida o no duda
de la velocidad desmedida, de una locura,
de cargarse la vida en una frenada efímera.
Cumplirán las estrías esa función asignada
a la olvidadiza razón del que sentado en el trono
se cree con el poder de circular a sus anchas,
muda tropelía entre el rechinar de las rejas.
© José Luis
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