Desde un ojo
La claridad dorada de la tarde reverbera
donde el fuego halló refugio en el dragón rojo
y la resurrección acuñó de los cadáveres el ojo,
mirada imperdonable e inquietamente penetrante.
Desde la pupila despegan los sueños y el olvido
hasta la línea trasversal, lejana del horizonte
donde la trascendencia del silencio se encoge
en los evanescentes trazados de arcos coloridos.
La luz, descompuesta en la pirámide secular, huye
de la red de la nada para que el miedo desaparezca,
y en la libertad del aire los sagrados esbozos otea
del alma que creó en el mundo el saber que fluye.
© José Luis
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