Dentro de un largo rato
Hay mañanas que madrugan más de lo previsto
y se espantan por los caminos de la noche
como caballos que pastan entre espinos
y sienten punzantes los aromas del viento
en sus ancas y en la travesía de la tarde
por las sombras de las casas, una montaña
resbala la nieve por sus lomos pardos
y se algodonan las nubes alrededor de mis ojos,
siempre son las nubes las que me traen
las figuras desconocidas e interpretadas
con las melodías del silencio y acaso
con los oídos atentos de la cortesía.
Dos cigüeñas amortiguan el aire azul vehemente
donde los ciclones de la aurora rasgaron el cielo
y un balcón abierto instrumenta los abrojos
metalizados de las forjas del tiempo, de la arena
en granos que cae como lluvia de segundos absueltos
por la ingravidez de la mente que sueña con ríos
acaudalados y briosos, con cataratas de instantes
sustraídos a los creadores de quimeras y existencia,
y allí se extravían mis sentidos largos, largos ratos…
© José Luis
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