Versos, contra versos y más versos
El árbol en su amasijo de hojas y hojas
traspasa la puerta oculta de lo perdido
con las manos que se deslizan por los frutos
apegados a nuestros cuerpos, hubo momentos
en los que poseímos la verdad de toda historia,
de toda foto apergaminada y rota en el álbum
de los deseos, de los años ochenta y los recuerdos
en los años traspasados por el amor y los interrogantes
florecen en las arrugas que toman nuestras manos
y las llevan por el tiempo y por la piel recorrida
por el desconocimiento o el propio descubrimiento
de las falacias del mundo y de los ojos de la muerte.
Dragones que surcan el aire inundan mis sueños
y las llamas encienden toronja las nubes pétreas
que no abandonan el cielo, son los espliegos de la noche
donde habitan las almas y los recuerdos sin nombre
a la espera de la luna llena que los amortaje con sus rayos,
que los ilumine con las caricias de los amores impronunciados
y emergentes de la nada como el orbe que nos retiene
entre el amanecer y el ocaso mientras palpite la sangre
con los clamores de las trompetas de un mar límpido y azul
y perpetrado de sirenas varadas en la irrealidad etérea
de todo camino que lleva a ninguna o todas partes
según el día que uno tenga…
© José Luis
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