Viento, viento y sol
Dicen que sopla el viento
con los cantos acunados de los hombres
tras las batallas que frecuenta la muerte,
son cantos en los que se perfuma el alma
de los que caen con los honores de la sangre
en cada ardiente estela de incienso.
Viento asistiendo al viento que vuelve
con las lágrimas íntimas del deseo
en los ojos amados de la vida,
en los ojos amados del vientre
desde la franquicia enmarañada de los órdenes
que sujetan el universo a las limitaciones
que, infranqueables, moldean la inexistencia.
Viento desasistiendo al viento que vuelve
con los ruegos plañideros de la amada
en las manos solitarias y ardientes,
en las manos vacías de la apariencia
desde los rostros inmaculados del olvido
que trae el desasosiego con la noche,
que, indestructibles, roen el silencio.
Viento, viento y sol
en los ocultos labios del poniente,
viento en la leonada esfera de la luna
donde encalla mi recogimiento.
© José Luis
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