Desde unos ojos negros...
Las paredes de la habitación rocían
temblorosas de secretos la madrugada,
cada ladrillo guarda en su cocción la plegaria
de las manos creadoras del hombre,
sólo en la oscuridad crece el carmesí
de los ojos suplicantes, nada ajeno
a la noche es ajeno al desasosiego,
una palabra ulula en mis oídos,
martillea el sopor en las entrañas
hasta despertar la inconsciencia,
se han sido los pasos sin mí,
no me encontré preparado.
Las pupilas alejan lo insoportable del sueño
y profundizan en una oleada de caricias:
los campos trillados al atardecer
se han desprendido del polvo del día,
ese polvo pegajoso y tórrido
reposado en una magdalena con té,
¿aún recuerdas los oscureceres
en la casuística armonía del cielo?
© José Luis
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