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Rastro de FreeWolf

Estelas

Rumbo a la noche final de marzo

Rumbo a la noche final de marzo

Rumbo a la noche final de marzo
me incita la necesidad de escribir
de poner lo que me brote en letras
porque se extinguen las jornadas
y pareciera
que la vida se escurre entre los ciclos
y las horas desocupadas.
   
Quisiera sobrevolar la órbita terrestre
ver los juegos de luces de las ciudades,
el fluir de otras vidas tras los cristales,
cómo necesariamente pasean a los perros
o el deambular de quien no sabe su destino.
   
La noche acelera el ritmo del espíritu
es el momento del día de evadirse,
de discurrir entre los motivos de un sueño
y de la innegable no permanencia de la realidad,
que en algún momento nos tornará lejanos.
   
Al final, como al principio, una mano
distinta a la mano que nos trajo
acariciará nuestras sienes con amor
y en su corazón agolpados los latidos
le revelarán una parte de la esencia:
piezas somos de un incesante devenir.
   
© José Luis

Feliz Nochevieja y próspero año 2022

Feliz Nochevieja y próspero año 2022

  

Al igual que la Naturaleza,

la esperanza se renueva en cada anochecer,

se mantiene viva en todo amanecer

y se recupera con el descanso invernal.

 

Mis mejores deseos

vuelen como prietas semillas

entre los días y las noches

añadiendo a cada corazón y espíritu

ese halo de libertad y ternura

que todos necesitamos.


FELIZ 2022

Una palabra es el pensamiento

Una palabra es el pensamiento

Una palabra es el pensamiento
que renueva la noche en vela;
en el silencio de la noche
el negro lienzo del techo
dejará calmoso al descubierto
la claridad de un nuevo
y desbordante día.
 
Las imprecisiones del tiempo
alterarán los recuerdos
que no desean ser estancados,
los ojos aprueban el amanecer
que eclosiona tras los libros,
donde la tinta formaba imperfectas
las siluetas que las voces ocultas
acercaban estruendosas a los oídos.
   
No es necesaria la impetuosa niebla
para perder en las sinuosidades la confusión
de la noción de amor, ni la sensación de cierto abandono,
ya están las ausencias para llenar ese hueco.
   
Me pertenecen innumerables recuerdos,
míos los siento en cada evocación, y
sé que solo yo los mantengo,
siendo quizá mi compañía más fiel.
   
En cada pliegue de sol palpita la vida,
me anima esta insistencia
que desagravia en ligeras recompensas
debilidades y arrugas, contrariedades y angustias
que acompañan al transitar del momento.
   
Me atrae poderosamente la montaña,
esa fuerza abrupta y exigente
que me reconoce en los pasos
en las informes remontadas
en las enérgicas inspiraciones
y que me permite bajadas
más allá de los hundimientos.
   
Quisiera dejar en la palabra
la renovación del pensamiento…
   
© José Luis

Domingo 28 de febrero

Domingo 28 de febrero

  

Quisiera la sonrisa de bebé,
como apoyo de almohada,
levantarme con el arrullo
de estrellas radiantes,
saber desentrañar de la vida
la condición de sus horas
y beber a sorbos la noche…
que el amanecer me desvanezca.
   
Esta habitación vacía…
que podría ser soledad…
a veces es mejor compañía.
   
Me duele la vida…
el paso incesante de sus aguas
por mis trasteadas sienes,
siento las espirales sinuosas del pasado
palpitando fuertemente en el pecho
arrancándome en tiras el futuro…
nadie la pudo detener en sí
más que en la memoria de los otros.
   
Ensayo posponer los temores
en los entresijos de un enigma
pero a los gritos no se les puede disimular
como no se puede amordazar…
al tiempo.
   
© José Luis

El decir de la aceituna

El decir de la aceituna


   
Levanta la mañana inquietada niebla
en el caminar errabundo de mis pasos
y macera en las partículas que aferradas
permanecen en las hojas y la hierba.
   
Abriéndose paso va la luz entre azures
infinitos de cielo, mientras la tierra humedecida
cede a la gravedad de las huellas, entretejiendo
con difuso hilo lo desconocido y la hermosura.
   
Saboreo la plenitud del aromoso aire
silbante entre las ramas y los huecos
agrestes que se han llenado de verdor
al despertar matinal de los montes.

El añoso campo se ha cargado de olivos
la palidez de sus ramas no oculta su fruto
ingenua una lágrima resbala por la oliva
y sujeta pendiendo al revés mi silueta.
   
Me turba el decir callado de la aceituna
revelarme  en un liado escenario espejado
entre la irrealidad y la sutil réplica
ojo de un ojo que atento me observa.
   
© José Luis

Otro 31 de diciembre

  

365 días
un año en horas, minutos y segundos
en recuerdos, buenos momentos y otros no tanto
despedir lo que ya no es presente
siempre fue muy humano
dejar que las telarañas del tiempo
ocupen los espacios de la memoria
convertir en futuro
aquello que nos atrae y que no tenemos
¿esperanzas?...
   
La realidad es una fracción de cerebro
resuelta a a pervivir
es una sensación atrapada en un cuenco
entre pautas de circuntancias
¡cómo nos apresuramos a no dejar pasar lo irretenible!
   
¿Dejar marchar el tiempo es marchitarse?
¿Dónde se irán los recuerdos
una vez que ya no seamos?
Nacer, vivir, gozar, sufrir...
una vida es
mientras el corazón late
y la mente no enmudezca.
   
A veces sea mejor no acaparar
comenzar de nuevo
dar oportunidades a lo que desconocemos
soltar el lastre
vivir
tan solo eso
porque con cada 31 de diciembre
arrancamos una página del tiempo
quién sabe si es de esas que nos liberan o embargan
dicen que dependemos de nuestras elecciones
… entonces será fácil.
   
Para mí es una alegría cumplir treinta y unos de diciembre
amo la vida y lo que en ella se sostiene
abrir las páginas de un nuevo año
e ir depositando sensaciones, elecciones,
fracciones de cuenco en pompa y circunstancia
sé que me voy haciendo mayor
de esos que ya son abuelos
y me resisto a dejar los recuerdos
a pensar en la nada
a extrañar mi cuerpo
a tantas situaciones que me asustan
… vivir es lo que aprecio.
   
Hoy, último día del 2019,
siento la alegría de vivir
y por eso me propongo
disfrutar de cada momento.
Así que, bienvenido 2020
con todos tus días, horas, minutos y segundos
donde poder expandir
la parte de ser vivo que mis padres me ofrecieron.
   
© José Luis

Hoy treinta y uno


¿Qué camino no conduce a algún final?
¿Sobre uno mismo...
cuántas vueltas no se habrán dado?
   
Cabalgando sobre el tiempo
los lomos de la audacia se encabritan
y saltan los plomos del abismo...
Todo está más cerca
cuanto más te alejas.
   
La ilusión trepa por el dorso
de un lobo que acorta escarlata
la actualidad de los embustes
perturbando el aroma del presente
en un sueño sin final,
en un principio sin meta ni evasiva.
   
Me interroga una esperanza
que no tiene respuesta
y mis dientes
que sujetaban mi mortalidad
la dejan escapar con una baliza
de caminos y revueltas
jamás
desentrañados por nadie.
   
El cielo no se sujeta con un silencio
ni con una palabra se negocia
el éxodo del sol,
porque unos planetas no se quejen
el azar no puede comprometer
la atracción de las gaviotas
en su ansia de libertad,
ni enredarse
una balada de amor
perdida
entre los atardeceres del otoño
al abrigo
de una mesa camilla.
   
La alegría me envuelve
en sedas espaciosas y aromáticas
mientras mi cabeza se inclina en vueltas
aparentando descifrar del laberinto
su nacimiento.
   
Final del día...
sombras se ciernen sobre la ventana
que la luz refleja
mis palabras en la pantalla encabritada,
¿te acuerdas de mí?
 
Desaparecen las teclas...

© José Luis

El mirar

  
Mirar a lo lejos,
perder la mirada,
ausentarse,
dejar de ser,
ensimismarse.
   
Con el pasar de los años
el silencio se ha ido argumentando,
dejando tras de sí
aquello que siempre ha sido
y que, a veces, olvidamos:
somos el momento...
que se alimenta de eternidad.
   
Por eso
miramos a lo lejos,
perdemos la mirada,
nos ausentamos,
dejamos de ser
cuando nos encontramos
y se nos hace consciencia.
   
Con el pasar de los años
acallo la calma
y me argumento
y quisiera creerme infinito
y no dejar lo que tengo.
   
© José Luis

Setas, recolección

 

Por naturaleza, la tierra, madre
de las profundidades teje
(con el agua en sintonía) la vida.
   
En la claridad,
cuando la noche es abandonada,
los colores reclaman los sentidos
transfigurado un reino aparente
adentro de la vasija filigranada.
   
Momento de las setas es
en la memoria de imágenes,
que caprichosa, envuelve en regalo
lo que un día fuera distracción,
y hasta deleite en la atmósfera.
   
El olor atrae el recuerdo,
Proust y su magdalena
buscando el tiempo perdido,
cruza secretamente el pasadizo
que una vez siendo niño
excavara en un tazón de chocolate.
   
Todo en su condición
presenta la doble faceta:
el presente se hace ahora
o el futuro trae el pasado,
soy mientras estoy respirando
o en un suspiro soy recuerdo.
   
© José Luis

Nochevieja 2015

Nochevieja 2015

Tiempo que termina en unas horas

la vida

cada año repite su propio nacimiento

nosotros también nacemos

en un final con champán y uvas

caminamos dentro de lo que vivimos

con compañía y aliento

una noche antecede a la claridad

y a la propia noche

¿estarás aquí conmigo?

Es la pregunta

lo que inicia el amanecer

o la respuesta la que lo silencia.

Parece que las yemas de los dedos

conocieran esa línea incierta

el invierno navega entre mis brazos

y el grumete asciende al pensamiento.

FELIZ 2016.

 

© José Luis

Mi plaza Mayor

Mi plaza Mayor

La niebla, ¿qué esconde?

La niebla, ¿qué esconde?

  
Han bajado las nubes a ocupar la mañana
fría entre la heredad de las memorias verdes,
rodea un espacio latiente las entrañas
azuladas del domingo tras la verja
que fuera demarcación incondicional del invierno.
   
He escondido en el corazón la razón de la obediencia,
permanecen los sentidos blancos y frescos en la vereda
donde el apuro de las horas refulge la inquietud del alma
donde tras el bálsamo penetrante de los océanos
aguarda incomprensiblemente estrenada la confusión.
   
¿Qué esconde la niebla entre sus impenetrables lazos?
¿Qué abruma la soledad entre los cañaverales imprudentes
agazapando de los ojos el anhelo perdurable, el deseo
más allá de la sonrisa imperceptible de un niño o de las edades?
¿Qué tiembla que consume entre mis extravagancias el dolor?
¿Qué, entre los claros del día, me inventa el azur en la fijeza?
   
De nuevo los pasos en la neblina me envuelven
el camino, sin clemencia ni cortesía, el final me esconde
de nuevo será la necesidad la carga de mis pensamientos
y mientras esperaré, de la humana condición es la espera,
un nuevo claro donde guarecer mis miedos.
   
© José Luis

El frío que hiela


La tierra bajo los pies
tiembla
la mañana vuelve la noche blanca
y el campo en la soledad que rezuma
embellece el mirar de los ojos.
   
Se ha postrado el horizonte
junto al amanecer se abre el camino
las nubes el azur apenas distinguen
de los charcos, reflejos enramados
en la superficie cristalina, desordenan
los labios de cristal en el cuerpo de Gea.
   
Han helado en el alba las hojas
aun retengo en mis labios el sabor zarzamora
los días fueron de juventud en tu rostro
todavía el amor alienta las manos;
han limando las espinas sus aceros
en nuestras sonrisas.
   
Late el frío,
atenaza la muerte
carmesí la mirada,
teje pupilas el aire de bronce
y blande en sobresalto los miedos,
en el paraíso... la lluvia escampa.

© José Luis

De uno a otro


A mi alrededor todo cambia
en la lozanía de las miradas,
el vértigo del tiempo se expresa,
en mis manos, las arrugas crecen
la imprecisión crepuscular, se apoderan
de la infinitud de la tarde
los ojos que se alejan...
amanece,
una sensación incomoda el momento
y la nada cede la certeza,
el origen bambolea el final del camino.
   
Who wants to live for ever,
quién no desea atravesar en los siglos
inabarcables el corazón,
la pétrea solidez de los ámbitos,
el cortejar impúdico en la desnudez
que todo nacimiento representa,
nacimiento a la duda, a la verdad,
a la revocada desvergüenza
de una sierpe, de un huerto, de un fruto…
      
De uno a otro
pasa el rasguño en la piel,
el escalofrío de la imprudencia
que somete la heredad a la amenaza,
que atraviesa las puertas no cubiertas
con el estremecimiento del amor;
quizá la noche sea el destino,
quizá el miedo se adormezca
llegado el tiempo
y lo que ahora me parece fiero,
solo, de mí obtenga un abrazo.

© José Luis

Solas en inmensidad

  
Solas
en inmensidad arena y agua
corretean, dos jalones rojos
circunvalan el designio de las huellas
en la humedad tenue y cálida.
   
Al fondo el mar espolea con sus olas
la orilla, primordial inocencia de un domingo,
el momento del abandono en el fluvial paseo
o en el itinerario de toda una experiencia.
   
Vaporosos se desprenden los rezos
desde la iglesia, llegan silenciosos los cantos
de la niñez en el escabel de la añoranza,
el contrato de los años florece sin tregua.
   
Nítido el cielo en la pupila, azul se muestra
el lienzo de las nubes, miro distraído la pureza
en las sienes la vida late, en los pensamientos
la salitre pespunta en mi piel inmaculadas filigranas.
   
© José Luis

Manos tentadoras

  
Una ciudad, con sus gentes y sus calles,
de personalidad nebulosamente propia,
envuelta, equívoca, en su aroma mercantil,
cincelada en las puertas efímeras y anudadas
al impertinente pasado que no calla.
   
Perdidas arrastran mis manos las traviesas,
acallan el presente en unas manzanas,
ya no quedan higos en la rama del pecado,
ni cielos vacíos con sus inoportunos cantos,
solo la noche salvaguarda mi estirpe,
aliada se me antoja esta oscuridad de ciegos.
   
Tras los crepúsculos de la mente sueño
con los recuerdos entrelazados un futuro
palpitante en el corazón sin sangre
ni muerte que marque el final acompasado
de carne y alma, con el tambor de la Suerte
espectral entre sus manos tentadoras.
   
© José Luis

La corriente del río

  
¿Quién
no ha visto el batiburrillo
de las nubes avanzando
en multiplicidad de tamaños y formas?
       
¿Quién
en la impiedad del agua
no ha ahorcajado un puente
con la botadura de un papel
embarcado en sus dobleces?
   
Abstraerse
en el misticismo de las nubes…
disolverse
en los vapores del agua…
nada alrededor nos retiene…
anteponemos la acrobacia de pájaro
el zigzagueo de pez en la lluvia
la planta de pie levitante
al pudor telúrico del ojo.
   
Es inevitable
perseguir la corriente de un río
en sus revueltas y serpenteos,
dejarse atrapar en el vuelo
del atardecer entre aladas,
dejarse embriagar por el aroma del sol
mientras se cae en el horizonte…
   
Es inevitable
fluir hasta la muerte
en ese barco de papel por el río Estigia,
es inevitable
dejar que el alma vuele y se eleve
más allá de las nubes,
por eso puede que nos atraigan tanto…
   
© José Luis

Mar de popa

Hora de las luces farosféricas

   
Entre las tinieblas rilan las luces
suena el acordeón entre las manos
de playa y arena, el sonido expande
tornasolada la noche nubosa y de luna
el corazón caracolea con los rumores
mansos del agua.
   
Es la hora en la que el sol sirve la espalda
deslía exacto el planeta en los extremos
con las corrientes marinas y enigmáticas
se alinean las sombras tras las farolas
un espejado puzzle de edificios fascina
la tonalidad aérea del viento, una gaviota
despistada traspasa las marismas
de mis pupilas azuleadas.
   
Es la hora de las luces de la noche
la hora de soñar con los ojos
los secretos instantáneos del día
la incorporeidad del ocaso en tus labios
cuando los acerco a los míos
el temblor que subsiste en mis dedos
cuando tu piel en mis muslos se funde,
es la hora sí, la hora de las luces
de las farolas esféricas
la hora de creer en el amor
y ser enteramente correspondido…
   
© José Luis

Leer un escrito

  
Anochece,
momento de confidencias
tiempo para dejar que el alma vuele
turno para que salgan las letras
camino imperceptible del ojo.
   
Tomemos en la tranquilidad de las sombras
la cristalina redondez de las gafas,
el profundo mirador de los signos
allá mismo en sus entrañas.
   
¡Son tantas las palabras
que desgranan los sentimientos!
¡Tantos son los recovecos
que entretienen los albores del ánima!
   
Una palabra basta para demoler
los engranajes de la realidad,
una palabra basta para llegar
donde no alcanzan los sueños,
donde florecen los espejismos…
   
Leer un escrito
es interceptar la rueda
que la rutina provoca.
   
© José Luis