La vid y los sarmientos.
Aún resuena entre sus sienes la postrada voz del padre:
No convirtáis la viña en era.
Tiempos de dura jornada a ritmo de sol y botijo
confundían los pliegues del alma y del cuerpo las cicatrices
bregando aquella profecía sinuosa.
Horas de peticionarias miradas e inquietas esperas,
de largas charlas vespertinas y ligeros descansos.
De ir abonando los surcos con las salobras gotas de risas y rabias,
con la sangre escarlata de muertes y partos.
Y en algún momento,
toda la vida en las dolientes manos abiertas al vacío de la greda
invocando al cielo:
Las pavesas que en la tierra deposito prosperarán algún día en fibroso leño
anhelando ser pulpa lagrimosa y cárdena.
FreeWolf
No convirtáis la viña en era.
Tiempos de dura jornada a ritmo de sol y botijo
confundían los pliegues del alma y del cuerpo las cicatrices
bregando aquella profecía sinuosa.
Horas de peticionarias miradas e inquietas esperas,
de largas charlas vespertinas y ligeros descansos.
De ir abonando los surcos con las salobras gotas de risas y rabias,
con la sangre escarlata de muertes y partos.
Y en algún momento,
toda la vida en las dolientes manos abiertas al vacío de la greda
invocando al cielo:
Las pavesas que en la tierra deposito prosperarán algún día en fibroso leño
anhelando ser pulpa lagrimosa y cárdena.
FreeWolf
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