La puerta que perdió su sentido
Y sólo así a esa lonja de madera le era permitido el crujir sus goznes.
Un día tras otro y sin desviarse un milímetro de su ruta se abría y cerraba a voluntad de un timbre o una llave. Era esclava del uso al que la habían obligado.
El destino es caprichoso.
Pasa el tiempo y con él el interés por el silencio, quien sabía de su utilidad se aleja o desaparece. Y lo que parecía ser un olvido, una pérdida del sentido se torna en un compañero, en un amigo en forma de hojas.
FreeWolf
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