Al tiento
Despliéganse rubíes tornasoles en la redondez de la mano al tiempo que se sazonan los embelesos en la glauca clepsidra de los rutilantes granos y los curvados reflejos.
Contemplan el tenue roce los celajillos de tu piel en otra piel que tiembla al susurro de los soplos y de las tardes impregnadas de los tules que velan tus ojos.
Y el jardín, en su espesura, disimula la ineludible perturbación que los sentidos arrostran entre los zarcillos vedados al deleite y la carnosa savia de los labios que revelan tu nombre.
Contemplan el tenue roce los celajillos de tu piel en otra piel que tiembla al susurro de los soplos y de las tardes impregnadas de los tules que velan tus ojos.
Y el jardín, en su espesura, disimula la ineludible perturbación que los sentidos arrostran entre los zarcillos vedados al deleite y la carnosa savia de los labios que revelan tu nombre.
Y, como en cada época, las raíces aguardan tu semblante, y alado el retorno de los hondos rayos de la exuberancia y el regocijo, y de esas manos que fecundan en su tiento.
FreeWolf
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