Para un requiem
¡Oh, muerte
ensamblada en obeliscos
y solemnidades
entre los encandilados arrebatos
del ensueño
cuando las palabras revelaban los signos
y el ímpetu sensible de los talentos
que poseerías venerada la claridad
del cielo!
Arrostras la soledad
en el reposo adverso del tiempo,
ahora nacáreo,
irreverente y sombrío,
mientras sellas los instantes
con los surcos que quebrantan la pasión
en nuestros cuerpos.
¡Qué labios osarán pronunciarte
en la intimidad del sepulcro pétreo,
incrustando así obstinada en tu guadaña
los profanados ecos del silencio!
La armonía maceras voluptuosa,
que naciente en el placer esmerilado
tórnase inicua y dolosa
por la vida que se entrega.
¡En esa vacante nada
no aparecerá la joven Eva
ni la poma serpenteada,
en la que si quiera ceder,
junto al albedrío, la dentellada
del saber secreto!
© FreeWolf
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