Pecas incoloras
La piel recubre el cuerpo de sensaciones
desde la atalaya crepuscular del cerebro
como un sol de invierno que se rinde al día
naciente en otra mañana de la esfera
sinuosa del pasado entre tus brazos.
Recorren las lágrimas el río oculto de la entereza
a través de la tinieblas que ocultan los árboles
sagrados del Edén a los hombres desde el pecado
de querer interpretar las verdades indestructibles
en una bola de cristal amalgamada de carne y tierra.
Indelebles las máculas de la humanidad
se van pasando de generación a generación
como invisibles y pertinaces sombras
que golpean las sienes en latidos profundos
de inconsciencia e instinto sobrenatural.
Miro mi piel y observo incesantes los lunares
del tiempo, la edad y las imperfecciones
sujetas a la heredad de la luna y las mareas
de mi alma alrededor de la luz de tus ojos.
Quiero que sea la infinitud tu cuerpo mi cobijo
amarrado a la impalpable inmensidad de las riberas;
tus ojos, faros incorpóreos, alumbren el camino
de mis labios por tu nombre hasta la calma innegable
de todo hijo de Eva en la eternidad inexplorada.
© José Luis
2 comentarios
José Luis -
El cuerpo es de lo poco temporal que nos pertenece y hacer de él un lugar seguro para otro es entregarse de veras...
gobina -
El alma con el tiempo,puede llegar a una serenidad,como la de la nube blanca,que no siendo nada,parece ser feliz.
El alma puede quedar transcurriendo de aquí para allá sobre las olas que pasan como un remo perdido...
Un cuerpo que sea cobijo,y unos ojos que sean luz,es lo único que consuela al alma, que sigue la dirección de un tiempo sentenciado...