Los perros que ladran mis sueños
Aúllan los perros en la noche fría
donde los pasos son parte de la ausencia
del ruido cotidiano de las calles
y quizá de la vuelta del estudio o trabajo.
Una sombra se desliza por el pavimento
descorriendo la luz toronja de las farolas
por las franjas oscuras de los milenios
con los augurios ancestrales y los entresijos
ajustados a la línea ventricular del cielo
mientras se borran las pisadas en la tierra
tras las heladas gotas del sudor interno
que mana de los topos que penetran en los vanos
de los silencios y los recuerdos
como vacío absoluto que formatea nuestro universo.
Las bocas babeantes dejan sus residuos en las palabras
que arrastran el sino de los innombrables y la nada
como un lugar donde permanecen las cosas
con los brazos cruzados y los labios cerrados.
Las montañas han dejado impenetrables los sueños
donde amanece la oscuridad y las franjas oblicuas
de los acantilados y los abismos por los que nos deslizamos
mientras siguen los perros ladrando a la oscuridad
y, sin quererlo, también a mis sueños…
© José Luis
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