Madre e hijo
A lo lejos distingo un puente que atraviesa el río
una ilusión azul en la nada, en el aire que etéreo
se insinúa entre nebulosas gasas y volubles vidrios
donde se crean ilusiones y espejismos seductores.
Cabalgan en la luz del día los hades de la noche
entre los estertores que balancean la orilla
pendular de la corriente y el asfalto flotante
enclavado entre dos cabezas, dos faros luminiscentes.
Sustentan la creación dos pechos,
dos pechos que amamantan el hambre y la esperanza
mientras crecen las dudas en la mente, en el tiempo
tras los pasos vacilantes de un hombre que no sueña
porque la alborada suspendió ingrávidos sus ojos
en el cenit de Damocles arropando su destino.
Esperan las farolas iluminar resplandecientes la noche
dejar en un círculo los haces luminarios tras las sombras
que ocultan al silencio entre las malezas del poniente
y los sueños de una madre en los brazos de su unigénito.
© José Luis
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