La ropa de la fachada
Hay fachadas aisladas,
sobre ellas la ropa se extiende
como estandarte de intimidad
expuesta al aire, al sol
y a la curiosa mirada de los paseantes.
Hay fachadas asentadas
sobre el azul celeste de un árbol
con las ramas extendidas
y con desnudas prendas colgando,
no hay interior más paradójico
que el de sentimientos acallado.
Hay fachadas encaradas
a las verjas del deseo
tras encarnadas y tenues sedas,
tras los herrajes que las separan
de los roces atrevidos y etéreos.
Hay fachadas encaladas
en las nubes y celajes
de ríos profundos y esquinados
a las afueras de los lugares
sobre puentes de juncos y amalgamas
de noches terciadas con la luna llena.
Hay fachadas acostadas
sobre las sábanas del olvido,
fachadas de antaño, de abuelas
sonrientes en los labios rociados
del tiempo extraído a la vida.
© José Luis
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