Un cielo arbolado
Tenemos hondonadas de memorias
en los años amontonados en el destierro
y en cada molécula de supervivencia,
que brota en una inesperada forma de vida.
Cuatro son las esquinas del universo
donde la contemplación se desparrama
con el horizonte e hila su propia sombra
en la ceñida estela de un murmullo.
La levedad de las sombras en el crepúsculo
oscilan en los tejados de la inconsciencia
y en las hojas que se resisten a la muerte,
cárdenos son los ojos de las tinieblas.
Tras el amanecer blanco el campo se viste
con las lanzas excavadas de los árboles
que entregaron en la noche sus sueños
a la inequívoca maceración de la diana…
© José Luis
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