El guardaespaldas
Han compactado los copos tus manos
de niño, en la complexión de un bola
de nieve agigantada, en un muñeco.
Han sido los rastros del suelo
los que se han amontonado en tu espesura
y te has erguido firme como un recuerdo
de infancia, en la cartilla donde leíamos
las letras derretidas de tu nombre.
Ahora, solo, con el olvido de los años
y en las ocasiones especiales te retengo
yo también entre mis manos ateridas
por la memoria extraviada de un invierno
en el que protegiste mi mirada
de la sangrante pavura de los dominantes…
© José Luis
0 comentarios