Desde la identidad de corazones
Hombre o mujer, dos contornos para conquistar el mundo,
dos congruencias paralelas del azar del universo y estrellas
donde cada especie circunda todo esa primitiva naturaleza
de ensueños y dudas desde las que emerger un nuevo paraíso
en el que lo íntimo y lo periférico sean divergencias nocturnas,
engranajes de los días donde elaboramos los ensueños y deseos
como una bola fecunda de lluvia y música ungida a nuestra piel.
La contemplación de los horizontes en los que dejar el mañana
es la respuesta instintiva de una madre desde la identidad
de su corazón unísono con los latidos de la propia sangre,
nace de las entrañas el origen mismo de la naturaleza,
siglos que perpetúan colectivo en el inconsciente la tradición
de una mesa alrededor cálido de los estigmas temblorosos
e impresionados por los vaivenes de la vida y la muerte.
Buscamos islas en las que depositar nuestras esperanzas,
en las que un faro nos prevenga de los arrecifes del mar,
de los cantos conspicuos y musgosos de la avidez azulada
que abotargan los poros de la piel y desligan de los sonidos
de las purpúreas auroras y los crepúsculos ambarinos
en los que cada amanecer, en los que cada anochecer
todo hombre y toda mujer entrelaza la danza de los sueños…
© José Luis
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