Sombras del hierro
En el salón la puerta vencida
del armario refleja la calle,
una sombra cierne la fachada alada
y deambula tras las aberturas
desusadas de los ladrillos
y los cristales de las ventanas,
no hay negrura en el cielo
cuando vuelan los ángeles.
Candente la forja en el hierro
azabache ha moldeado los pasos
azures y sagrados del crepúsculo,
ahora la tarde es el vuelo
grácil del horizonte
en el hilo inconfundible
de los zumbidos y los pájaros.
Entretienen las volutas del estío
el agonizar del aire, lentamente
del reposo la tierra se ha levantado
y los círculos de la incertidumbre
se extienden en la palma del silencio,
sombras de hierro penden
dolientes de los labios tersos
en los estertores de mi pecho
e invisten tu nombre inapazable.
© José Luis
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