Puerto desde la ventana
Abruptas las montañas
el blanco manto despejan
en el glauco frescor de la hierba,
las nubes apuran de mis ojos la claridad
de las montañas que distantes requiebran
a la aurora mi cantinela.
No está el día fresco,
mis brazos sienten en la piel
los escalofríos que deslizan las sienes
en el fragor cubierto del camino,
ocultas memorias entre los parajes
de reflejo azur, la floración bruñe
los lechosos celajes más allá de la consciencia.
Retorna la primavera en los campos humedecidos
los colores devuelven la alegría a los pétalos
de las flores, las imágenes cristalinas hunden en gotas
la firmeza de la tierra en la profundidad de los sueños
y entre los lazos del viento la luna escondida sonríe
en mis labios, las palabras lanzadas vuelven del abismo…
© José Luis
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