Serena, la corriente, parece evitar fluir para dejar en quietud sus pensamientos. Tenuemente se acerca a la tumultuosa arboleda que recoge los juegos alados durante los ecos del atardecer. Levitan sus ilusiones purpúreas entre los estivales campos añiles del vergel etéreo. A la espera de la sonrisa de Selene...
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