Días de suerte
Una línea aguarda que la noche la borre con su sombra,
que la torne invisible entre las flores de pétalos escarlata
y llegue envuelta a la mañana en aromas de sándalo y reposo.
Porque los días son a veces una carga, entre las horas tediosas,
sujetos entre los dientes aguzados del desastre y la tristeza
los minutos se alargan con la soledad que trae en sí el naufragio.
La voz se esconde de su eco y el aire se espesa en los valles
acrisolados como la sangre que turbia abandona el corazón
y el latido penetrante de los ojos que miran y miran ya sin ver.
Las manos, esas manos que son campiñas, palpan irreal el silencio
que consume diez centímetros de cúbico deseo y esperanza
entre cuatro paredes prisioneras ya del tiempo y de la muerte.
Hay dolencias en el mundo, hambruna cáustica y males de ternura
que buscan días de suerte con los que capear la vida y huracanes
voraces de mórbidas lágrimas, de secas carnes y extáticas huidas...
© FreeWolf
0 comentarios