Pinceladas desde la muerte
Ha llegado la noche inmortal
donde no existe el silencio
ni siquiera compañía cierta,
sólo el frío en el aliento
de un alma seguramente inquieta.
Al mar le silban las entrañas
como las alas que vuelan del ave
sin la profundidad de la mirada
con las olas que descosen las nubes
de la tierra y su escalonada silueta.
Sus letras las palabras han dejado
y el alma el cuerpo que habitaba
ahora no hay ya sombras
ni sol en la mañana.
Pareciera una música de cine
en los oídos amplificada
música no conocida,
quizá olvidada
como se olvida una vida
en el más allá de los albores
de mil planetas con sus alcazabas.
Soy árbol que pierde sus hojas
árbol otoñal entre dos tiempos
dos vidas que se integran
una en un instante
y otra de reverberación eterna.
© José Luis
donde no existe el silencio
ni siquiera compañía cierta,
sólo el frío en el aliento
de un alma seguramente inquieta.
Al mar le silban las entrañas
como las alas que vuelan del ave
sin la profundidad de la mirada
con las olas que descosen las nubes
de la tierra y su escalonada silueta.
Sus letras las palabras han dejado
y el alma el cuerpo que habitaba
ahora no hay ya sombras
ni sol en la mañana.
Pareciera una música de cine
en los oídos amplificada
música no conocida,
quizá olvidada
como se olvida una vida
en el más allá de los albores
de mil planetas con sus alcazabas.
Soy árbol que pierde sus hojas
árbol otoñal entre dos tiempos
dos vidas que se integran
una en un instante
y otra de reverberación eterna.
© José Luis
2 comentarios
José Luis -
Besos
gobina -
un beso...