Franjas de cachivaches
La luna está velada entre los soles de la tarde
y sus rayos, invisibles, acarician mi cuerpo
mientras paseo desnudo por la arena de la playa
y mis pies me arrastran por sensaciones desconocidas.
El cielo es azul intenso en tus ojos entreverados
cuando miras el mar que nos mece en sus ondas
y el agua lame nuestros pensamientos mansamente
como un amante con su danza sensual y primitiva.
A lo lejos se divisa un barco que trae en su estela
un canto sutil y parsimonioso como una nube
que flotara en medio del ahuecado de una burbuja
tras cruzar los siete mares de los encantamientos.
Un aire cálido me susurra al oído palabras que no entiendo
y el silencio se vuelve de repente púrpura y misterioso
como un cielo que fuera a parir una noche solemne
donde los sueños se escurren por las laderas de las sábanas
y seres intangibles rozaran mis sienes reintegrándose en vida.
Una marca en la frente me recuerda aquella noche
en la que los cielos se abrieron y mis sueños
se amarraron tras el lienzo del horizonte
a un barco que traía el hálito de la existencia.
© José Luis
y sus rayos, invisibles, acarician mi cuerpo
mientras paseo desnudo por la arena de la playa
y mis pies me arrastran por sensaciones desconocidas.
El cielo es azul intenso en tus ojos entreverados
cuando miras el mar que nos mece en sus ondas
y el agua lame nuestros pensamientos mansamente
como un amante con su danza sensual y primitiva.
A lo lejos se divisa un barco que trae en su estela
un canto sutil y parsimonioso como una nube
que flotara en medio del ahuecado de una burbuja
tras cruzar los siete mares de los encantamientos.
Un aire cálido me susurra al oído palabras que no entiendo
y el silencio se vuelve de repente púrpura y misterioso
como un cielo que fuera a parir una noche solemne
donde los sueños se escurren por las laderas de las sábanas
y seres intangibles rozaran mis sienes reintegrándose en vida.
Una marca en la frente me recuerda aquella noche
en la que los cielos se abrieron y mis sueños
se amarraron tras el lienzo del horizonte
a un barco que traía el hálito de la existencia.
© José Luis
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