Ajos a la barbacoa
La tierra extraña el agua que se oculta
en las nubes que van de paso y no descargan
las lágrimas que en su peregrinaje acumulan
de los ojos que acechan al cielo orantes.
Crepita la lumbre los sueños errantes,
pérdida de paraísos e inmarcesibles palabras
mientras murmuran sus ecos lejanas campanas
llamadores de almas, de lluvias y de recuerdos.
Una tarde de verano disuelve el campo
en rumores de madura paja, de espigas áureas
y el calor azuza las breas de la carretera
al compás ondulante del aire que se trastorna.
Unos ajos se secan abandonados en la barbacoa
donde ya no quedan brasas que alimenten el orco
ni devuelvan a las oraciones pertinaz la simiente
que recogieron de los desgranados agros mis ojos.
© José Luis
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