El lienzo que se dejó labrar
Blancos son los hilos que amanecen
en los primorosos paños de la costurera,
de las manos que saben caminos
por los que bordear las verdades
junto a las triviales mentiras que ciñen
el pensamiento de nebulosidades.
Cercano es el sol en el cielo,
en los rayos que juegan y esconden
la redondez del mundo
o de una manzana servida
a la jugosa inquietud del miedo,
al cosquilleo pausado e inquietante
de los dedos bordando toronja
el centro mismo de nuestro universo.
Pasa el tiempo
mientras desfilan las miradas
curiosas por las madejas,
por la habilidad de las agujas
mientras se enraman
las conversaciones
al pintoresco paisaje
de unas paisanas a la puerta
ancestral de las catedrales
y de sus piedras labradas.
Una pregunta resuena en mi mente
¿por qué ocupan las tardes
frágiles de un paño los hilos
en la mansedumbre del aire?
© José Luis
0 comentarios