Fruto estriado
Las tardes caen del árbol
como maduras castañas
que abandonan en la gravedad
el peso del tiempo
o el paso de la calma.
Brillan los ojos del silencio
en los reflejos de las piedras
y en un momento los dedos
recorren pardas las estrías
descentradas del pensamiento
mientras un soplo devuelve
el polvo a la tierra,
los huesos a la carne
circunstancial de la primavera.
Las hojas reverdecen
el trinar de las ramas
cuando se recogen los gorriones
rasantes en sus vuelos
y en los ecos que trae la noche
enlunada y flotante.
Una voz zurea en el patio,
una voz alargada y espesa
como el sopor de un sueño
que agarrase las esquinas
inagotables de las montañas
y ondulasen en el agua
todas las caras del cielo,
todas las caras que se miraron
en el espejo del alma.
Sienten los dientes
jugoso del fruto el bocado
entre los dilatados instantes
de junio y sus días…
© José Luis
1 comentario
marcos -
un abrazo.