Edad restablecida
Las rosas aroman la estancia
entre los árboles deshojados
en la profundidad del invierno
y las líneas onduladas del lienzo
entreverado por la luz del techado
en afines esmaltes con la alborada.
El talle de tu cuerpo fragancia
genuinos los recuerdos de la noche
mientras sube la niebla de mi boca
hasta los turbios confines de la luna,
se oculta la música de los corazones
y emergen los ecos desde la tierra,
largos gemidos de púrpura y pétalos.
Inocente la mocedad disimula de tus pómulos
el aterciopelado murmullo de los recuerdos
arcanos desde la inadvertida edad de los vestigios
cuando las cortezas de los árboles eran mensajes
desgranados por el viento y el sigilo de las almas
en lo profundo de todos los fluidos fecundos
que transitan con las lágrimas del destino
y los arcos de los indelebles violines del mundo.
Tu voz se confunde con el rumor del horizonte,
con las crestas de un mar embravecido y jadeante
que de cada época acumula las hojas del olvido
tras las velas que consumen su cera en el silencio
de una estancia breve y sutilmente iluminada
con los evanescentes frunces de las estaciones
con el fluir del tiempo…
© José Luis
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