Rompiente
Una lengua salina y blanca llega del mar
hasta la costa del olvido donde las tardes
reciben los recuerdos enraizados del día
y de los años, mientras acaricia las rocas.
La armonía de las olas y el batiente del aire
se acurrucan en mis sueños, los ecos de las sirenas
vuelven otra vez a la tierra donde nacieron
cuando ninguna pisada hollaba la hierba
y el paraíso era una promesa aturdida del hombre.
Las aguas glaucas y resbaladizas entonan
los murmullos recónditos de la naturaleza
y en la orilla son recogidos como conchas
sonoras y vigilantes al acercarles un oído.
Quisiera ser esa espuma que fermenta
después de recorrer inmensidades,
de haber visto en la infinitud del mundo
todos los ojos del deleite y la belleza,
todas las piedras anhelosas y orantes
donde se han depositado los hombres.
Quisiera ser el rompiente donde se oculta el sol
cuando los albores de la muerte me muerdan
y acallar en la brisa de mi alma los suspiros…
© José Luis
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