La noche de los desconciertos
Los rumbos de un coche
dividen los días
en ocio y trabajo.
La carretera
no siempre es igual
aunque pasemos mil veces por ella.
Hueles la intensidad de una flor
en la dilatación de sus pétalos
mientras temblores alados
le extraen su savia.
Son jugosos los labios del olvido
porque dejan limpio cada día
para amanecer como le dé la gana.
El azul convulsionado del invierno
desteje a las madres de sus hijos,
una forma de reivindicar
una nueva primavera.
La oscuridad envuelve la noche
como la claridad a la ceguera
donde enterramos la confianza.
Ven, espanto, y muéstrate
para que yo te vea,
y en viéndote
de mis dudas me riera…
© José Luis
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