Carrete sin hilo
El hilo ocioso de la tarde
se va enredando en el mar azul
del cielo y sus algodones blancos.
El aire bambolea la ropa
como una cometa rauda y liviana
que abandona la pesadez de la tierra
con la donosura de una joven
que extiende su melena al viento,
a la inmensidad frágil y etérea
de un beso robado al olvido
y al tiempo,
de un beso jamás delatado.
Un farolillo rondan las polillas,
una luz roja de sirgas impenetrables
como redes urdidas en la noche
para atrapar los sueños
y mis labios extraviados.
La línea del horizonte
lejana entre las nubes y la bruma
va hilvanando los recuerdos,
recuerdos escondidos bajo un cristal
en una pequeña cavidad de la tierra
esperando que pasen los años señalados
para que mis manos,
con enérgicos movimientos,
les retire el polvo y el olvido.
Volveré a ovillar el hilo
en el carrete de la inocencia.
© José Luis
6 comentarios
José Luis -
:)
gobina -
José Luis -
María, para mí el reto reside en llegar a disfrutar aun sabiéndonos oscuros y fugaces, imperfectos y maléficos... Por cierto, no tendrás por ahí algún beso no dado... me gustan tanto!!!
Marcos, el valor de los comentarios estriba en saber que existimos y somos para otras personas, gracias por ESTAR.
marcos -
felicidades de verdad.
gobina -
Has cambiado el poema,ayer acababa con un beso no dado...
Donde iran los besos que no damos?
buho -
Un beso