Cuando el cuarto es demasiado grande
Un niño duerme tranquilo en su cuna
mientras gira la vida en la rueda
que anota los días y los números
como un calendario que se vacía
cuando finaliza indefectible el año.
Las ventanas, alargadas en sus jambas,
meten dentro la tarde que se perdía
desconectada ya del mundo,
son las nuevas mesías de lo rutinario
porque en una mirada se capta
la soledad que enferma al hombre
y al alma.
La pintura ya no dice nada,
el paso del tiempo le quitó su gracia,
es una desdibujada mancha
por la que nos preguntan que qué vemos
como cuando nos testificaban
nuestros pensamientos en una imagen
que en su forma simétrica muchas cosas
asemejaba.
¿Qué le diría yo hoy
a ese relamido psicólogo
de la mente de Rorschach
sobre las interpretaciones
y sentidos de mis visiones y percepción?
Pues seguramente
que el cuarto es demasiado grande
para hacer el amor…
© José Luis
0 comentarios