Una carta devuelta
No suele pasar
pero hay ocasiones en las que
se olvida ponerle el nombre a la carta,
no un nombre cualquiera
sino el nombre del destinatario
es como si en realidad no se quisiera mandar esa carta.
Las cartas son signos en papel,
signos que nos afectan
porque una palabra busca su realidad
y provoca una reacción en cadena
donde emergen mares y olas,
cantos de estrella o polvo de hechizo.
¿Cuántas de esas cartas no habrán llegado a destino?
Y no nos engañemos
no se nos olvida poner el nombre
sino que somos celadores de nuestra intimidad,
somos carteros de la noche
y nuestras palabras viajan siderales
por los mundos que soñamos,
por las órbitas cariátides de los ojos
mientras el aire nos devuelve su mirada.
© José Luis
2 comentarios
José Luis -
También espero que sean 366 días para sembrar y recoger noches y días, palabras y sentidos, ilusiones y desesperanzas... como buenos seres humanos...
Abrazos
marcos -
Pero bueno, no te escribo este comentario para contarte esta soplapollez, sino para desearte un feliz 2008; que te llegue cargado de inspiración y nosotros que lo disfrutemos.
Seguiré siguiéndote los pasos, bandido!