Azaroso descenso
Más abajo de los sueños existe esa zona
donde uno desciende cada tercera noche
e infaustas las sombras le esperan deseosas
en el emboque de la sangre carmesí que crepita.
La turba se aprieta a las carnes que prietas
asemejan a lo lejos rocas montañosas e inertes
donde el cielo se une a la tierra y nace una línea
fugaz, borrosa entre las marismas del tiempo
y el ocaso que virginal renueva la luz y la vida.
El sol viaja y se conmueve en la estela de sus rayos
y en las desengranadas ruletas de los ríos, de los sueños
mientras circunda su universo con las vertientes de sus bocas
que cada anochecer se despiertan y danzan los recuerdos.
Vuelven los ojos que traen miradas empenumbradas
como rostros vistos y no evocados desde su nombre,
una raza fragmentada ya en sus orígenes intrínsecos
entre los arquetipos y la noche del amor y la muerte.
© José Luis
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