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Rastro de FreeWolf

Domingo 28 de febrero

Domingo 28 de febrero

  

Quisiera la sonrisa de bebé,
como apoyo de almohada,
levantarme con el arrullo
de estrellas radiantes,
saber desentrañar de la vida
la condición de sus horas
y beber a sorbos la noche…
que el amanecer me desvanezca.
   
Esta habitación vacía…
que podría ser soledad…
a veces es mejor compañía.
   
Me duele la vida…
el paso incesante de sus aguas
por mis trasteadas sienes,
siento las espirales sinuosas del pasado
palpitando fuertemente en el pecho
arrancándome en tiras el futuro…
nadie la pudo detener en sí
más que en la memoria de los otros.
   
Ensayo posponer los temores
en los entresijos de un enigma
pero a los gritos no se les puede disimular
como no se puede amordazar…
al tiempo.
   
© José Luis

Nochevieja 2020

Nochevieja 2020

 

  
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quizá dejemos atrás un año descorazonador,
quizá la nueva mirada pueda más
y solo quede en la retina la perspectiva de lo bueno.
   
Son muchas las colinas sorteadas
las piedras e hierbas que saludaron mi paso,
la inmensidad azul que permitió elucubrar
formas y bellezas en las nubes,
riachuelos y fuentes que alegraron mis oídos
con el rumor incansable de su canto,
reflejos en las crisálidas aguas de ríos
y ojos amigos,
donde quedó grabado la ilusión del recuerdo.
   
Siempre llega la noche
con su conciliación y descanso,
con las dudas y sorbos amargos,
pues el día se tiene que hacer paso
con la libertad plena de rehacerse
de recrearse, y si quiere, repetirse.
No es la voluntad lo que nos sujeta,
no es el deseo el que nos empuja
es una nueva mañana la que destina sus alas
para emprender el vuelo de la vida,
para abrir en nuestros sentidos la puerta
hacia aquello que nos va definiendo,
recuerdo y pasado será una extraña lejanía
cuando la mente ya no siga con nosotros.
Por eso cada día tiene que ser un despertar
hacia lo que nos hace humanos y sociales,
un descubrimiento de nuestros límites
y también de nuestras grandezas.
He tenido días tristes que hacían borroso el horizonte,
días en los que he perdido la comprensión de la esperanza,
en los que me he distanciado de mis recuerdos
y hasta de mi propio cuerpo.
Pasaban los años con los días inagotables,
mas ahora esos días se han vuelto tesoros,
fuente que ve menguar su flujo
y no sé cómo encararlo…
Una noche como ésta
siempre se llenará de buenos propósitos,
y con ellos me animo,
siempre recolectará los buenos frutos
a los que me aferro.
    
Nochevieja del 2020
nochevieja excepcional
dura y sinuosa
en la que busco el sentido
con reverdecidas esperanzas.
   
© José Luis

31 de octubre del año 2020

31 de octubre del año 2020


Dejaré que mis dedos
pulsen
en el manantial del limbo
la búsqueda del sentido…
de cualquier cosa
que me revele
viviente… de este mundo.
   
Me entretienen las notas
cadenciosas
de voces que el computador guarda
y me dejo llevar por letras
que en este desfilar del otoño
me consuelan…
   
Agotado ya octubre
la bienvenida doy a noviembre
anhelando de sus colores la viveza…
efecto inquebrantable de renovación.

Los momentos se suceden y avanzan
indefinibles…
cruel cordial adversario
devora lo que es más valioso…
no hay pausa en la verdad,
la eventualidad de una nueva madrugada
es mi petición diaria.
   
Contiguo a la ventana mi mirar
en las mortecinas luces se esconde
habiendo visto el ardiente atardecer,
la sutileza verdeazulada del cielo
y el más inextricable negro.
   
La expectación del domingo
en su cercanía por la naturaleza
motiva y alegra mi esperanza
de encontrar en la razón humana
la salvaguarda de la eternidad.
   
© José Luis

Lluvia y flor

Lluvia y flor

Lluvia y flor de otoño
el aire aroman
un domingo de septiembre
la montaña.
   
En cada paso mana la humedad
resquebrajando las entrañas
al paso de mi sombra,
el sol se ha escondido
con juegos de luz y sombras
las piedras se muestran
en caprichosos contornos,
el orégano es lo que me perfuma.
   
Valdesangil se muestra en colorido cuadro
de hierbas amarillas, verdes prados,
enrojecidos helechos y nubes blanquinegras.
   
A mis pies miles de campanillas repican
con sus filamentosos badajos
entonaciones nacaradas y ocres,
contemplo en el resbalar de sus lágrimas
mis propias alegrías
mis inconvenientes tristezas…
la belleza como la vida
son eternas
porque son humanamente efímeras,
extraordinariamente sensitivas.
   
Me refugio en el silencio de la mañana
permitiendo a mis pensamientos,
aún atados a la reclusión,
que libremente vaguen
entre las formas
en que las piedras se dejaron
amansar por la naturaleza.
   
© José Luis

Serbal de los cazadores

Serbal de los cazadores

  
En el vacío de la ventana
una mosca juguetea con el cristal
entretenidamente
el tiempo pasa
todo sucedido no importa
solo incumbe el ahora
aunque la mente no cese de desbordarse
de lo que ya no se haya
más que en reminiscencias.
   
Lleno los oídos de notas y letras
para no pensar,
pero me doy cuenta
que las evocaciones no paran,
pareciera que ahora
uno solo se alimente de recuerdos…
   
De manera general
siempre las fotografías me dan respiro
siendo mi pasado, presente y futuro.
Es la naturaleza mi encuentro con la paz
que voy dejando a migajas por el camino.
   
En la imagen de este árbol me apoyo
reconociendo que en el rojo de sus frutos
encuentro la fuerza que transita en mi interior,
es el alivio semanal ungido a mis penas
el sentido que se llena de vida y revive.
   
¿Por qué la soledad es tan dañina
cuando el alma está magullada…?
 
Menos mal que la tristeza
suele ser transitoria…
y ya está cerca el domingo.
   
© José Luis

Tarde de pasear o de pensar

Tarde de pasear o de pensar

La tarde, ahora mismo, es un reflejo dorado de sol,
en la línea del horizonte veo reflejos del pasado
que retiene junto a este presente un chocante peso en el corazón.
   
Se me hace un nudo la garganta…
la grandeza de este sol que se halla perdurable
y que cada día me abandona
preservando desde mi origen el principio humano
de saber que todo pasa como escurridizos pensamientos.
   
La naturaleza crea sus propios frutos,
tras ellos me confundo, me integro
y desintegro germinando
como clandestinos e impresionables granos
que se saben ya en sazón;
entre los surcos de los dedos se van precipitando
al vacío, y ojalá en la inmensidad de la hondonada
encuentren su sentido…
   
No importa que hayan sido afilados cardos
o inasible grana
si al final
forman parte del paisaje.
   
Están tan cercanas la alegría y la tristeza,
el deleite y la insatisfacción,
la vida y la muerte
que las lágrimas... las sonrisas...
son ahora las agitaciones que me acompañan.
   
© José Luis

Quién no desea ver anochecer

Quién no desea ver anochecer

  

Cadenciosa llega la noche
irisando el inmenso lienzo
que es la ventana de este horizonte.
   
El azul se ha enredado todo el día de nubes
esculpiendo minúsculas e informes masas encaladas
que un sol inquieto embaucaba con rayos entrecortados.
   
Con las horas el cielo ansiaba su azarosa sudoración,
se apropia del sol la energía cobriza
que ahora de manto sirve
a la purpúrea mirada que atraviesa esta oscuridad espesa
en ondulantes y abnegadas lenguas anaranjadas.
   
Negras líneas dibujan mis ojos
ocultando lo que fueron imágenes claras,
no me asusta esa negrura reconocida,
porque intensifica esta excepcional belleza
cromática que mi pensamiento ilumina.
   
Quién no desea ver anochecer
sabiendo que en el devenir de las horas
la decadencia del día
es efímera grandeza de la noche,
un esplendoroso e inocente momento
para las entrañas ávidas y atentas...
   
© José Luis

Confinado en la grana

Confinado en la grana

  

Confinado
no hay camino a la libertad
limitación embutida,
desasosiego y enfermedad.
   
La vida acorta sus días en el Covid,
algunos huyen en sus casas,
otros en los hospitales
del dolor.
   
El miedo se ha abierto camino
la sociedad se espanta
y abunda la espera en la sala,
ahora parece mirada atrás.
   
Sueño mal soñado,
incomunicación de caminos,
alejamiento y soledad
y pena...
   
El sendero me abre sus puertas,
se suceden algunos paseos
que alivian la afrentosa tensión,
el verde me acompaña
con sus hierbas y su grana.
   
Hoy llueve
la tristeza se diluye en la calle
mientras Nacha Pop me persigue
con su cadencioso ritmo,
al menos el pecho late música.
   
Confinado en la grana de la tarde
negras líneas marcan la gradación
del atardecer de un 29 de mayo
cuando solté mi alma
para que alegre corriera
como nereida desbocada
entre los mares de margaritas
y los cardos asilvestrados.
   
© José Luis

Ventana en flor reflejo

Ventana en flor reflejo



En la puerta estoy de la casa,
a la intimidad accedo por tu ventana,
intimidad externa, simulada, florecida...
   
No atisbo qué escondes dentro,
solo percibo
como en el transitar de los coches
mi propio deambular por los cristales.
   
Inhiestos los verdes tallos
dejan que pétalos blancos bamboleen
y entre ellos me oculto,
me guardo también de tu mirada.
   
El día es azul y brillante
y por eso, las rejas me ceden el paso,
el día es fiesta y engalanado urge
que yo preste mi atención en tu antesala.
   
Cuánto tiempo y mimo pusiste
en la semilla sepultada,
cuánto tiempo y mimo escondemos
en aquello que a veces no es reflejo
de todo lo que en verdad nos afecta.
   
Hoy
paralizado en tu escaparate
admiro
la belleza que me ofreces
desde la satisfacción de mi labios.
   
© José Luis

Flores II

Flores II

  
Blanca
en la mañana de primavera
una flor
jugaba entre las sombras
prestada su pureza
en piel aterciopelada.
   
A su alrededor
verdes hojas la arropaban
mientras la luz era escasa,
así cedía su áureo ojo
el tañer violáceo
a los ligeros brotes.
   
Pliegues entreverados
despliegan su corola,
claridad contra tiniebla,
se espejan
en simple lisonja,
una flor
soporta en la intimidad
su belleza.
 
© José Luis

Traigo imágenes

Todo por decir

todo es callar

y en el tiempo pasar

sin nada que rendir.

  

  

  

Quisiera no tener inconvenientes

pero de eso se trata

de que este ser

es imperfecto

decía, hacía, sentía,

dudaba, miraba, soñaba...

  

  

  

Siempre las imágenes ayudan

a entonar cualquier momento

en ellas me apoyo

me someto

y me divierto.

  

  

  

© José Luis

El decir de la aceituna

El decir de la aceituna


   
Levanta la mañana inquietada niebla
en el caminar errabundo de mis pasos
y macera en las partículas que aferradas
permanecen en las hojas y la hierba.
   
Abriéndose paso va la luz entre azures
infinitos de cielo, mientras la tierra humedecida
cede a la gravedad de las huellas, entretejiendo
con difuso hilo lo desconocido y la hermosura.
   
Saboreo la plenitud del aromoso aire
silbante entre las ramas y los huecos
agrestes que se han llenado de verdor
al despertar matinal de los montes.

El añoso campo se ha cargado de olivos
la palidez de sus ramas no oculta su fruto
ingenua una lágrima resbala por la oliva
y sujeta pendiendo al revés mi silueta.
   
Me turba el decir callado de la aceituna
revelarme  en un liado escenario espejado
entre la irrealidad y la sutil réplica
ojo de un ojo que atento me observa.
   
© José Luis

Otro 31 de diciembre

Otro31Diciembre

  

365 días
un año en horas, minutos y segundos
en recuerdos, buenos momentos y otros no tanto
despedir lo que ya no es presente
siempre fue muy humano
dejar que las telarañas del tiempo
ocupen los espacios de la memoria
convertir en futuro
aquello que nos atrae y que no tenemos
¿esperanzas?...
   
La realidad es una fracción de cerebro
resuelta a a pervivir
es una sensación atrapada en un cuenco
entre pautas de circuntancias
¡cómo nos apresuramos a no dejar pasar lo irretenible!
   
¿Dejar marchar el tiempo es marchitarse?
¿Dónde se irán los recuerdos
una vez que ya no seamos?
Nacer, vivir, gozar, sufrir...
una vida es
mientras el corazón late
y la mente no enmudezca.
   
A veces sea mejor no acaparar
comenzar de nuevo
dar oportunidades a lo que desconocemos
soltar el lastre
vivir
tan solo eso
porque con cada 31 de diciembre
arrancamos una página del tiempo
quién sabe si es de esas que nos liberan o embargan
dicen que dependemos de nuestras elecciones
… entonces será fácil.
   
Para mí es una alegría cumplir treinta y unos de diciembre
amo la vida y lo que en ella se sostiene
abrir las páginas de un nuevo año
e ir depositando sensaciones, elecciones,
fracciones de cuenco en pompa y circunstancia
sé que me voy haciendo mayor
de esos que ya son abuelos
y me resisto a dejar los recuerdos
a pensar en la nada
a extrañar mi cuerpo
a tantas situaciones que me asustan
… vivir es lo que aprecio.
   
Hoy, último día del 2019,
siento la alegría de vivir
y por eso me propongo
disfrutar de cada momento.
Así que, bienvenido 2020
con todos tus días, horas, minutos y segundos
donde poder expandir
la parte de ser vivo que mis padres me ofrecieron.
   
© José Luis

Hoy treinta y uno

Hoy treinta y uno


¿Qué camino no conduce a algún final?
¿Sobre uno mismo...
cuántas vueltas no se habrán dado?
   
Cabalgando sobre el tiempo
los lomos de la audacia se encabritan
y saltan los plomos del abismo...
Todo está más cerca
cuanto más te alejas.
   
La ilusión trepa por el dorso
de un lobo que acorta escarlata
la actualidad de los embustes
perturbando el aroma del presente
en un sueño sin final,
en un principio sin meta ni evasiva.
   
Me interroga una esperanza
que no tiene respuesta
y mis dientes
que sujetaban mi mortalidad
la dejan escapar con una baliza
de caminos y revueltas
jamás
desentrañados por nadie.
   
El cielo no se sujeta con un silencio
ni con una palabra se negocia
el éxodo del sol,
porque unos planetas no se quejen
el azar no puede comprometer
la atracción de las gaviotas
en su ansia de libertad,
ni enredarse
una balada de amor
perdida
entre los atardeceres del otoño
al abrigo
de una mesa camilla.
   
La alegría me envuelve
en sedas espaciosas y aromáticas
mientras mi cabeza se inclina en vueltas
aparentando descifrar del laberinto
su nacimiento.
   
Final del día...
sombras se ciernen sobre la ventana
que la luz refleja
mis palabras en la pantalla encabritada,
¿te acuerdas de mí?
 
Desaparecen las teclas...

© José Luis

Mi existencia

Mi existencia


La hora del dolor
sobreviene
en el parto del nacimiento
y en la hora de la muerte.
   
La vida
como camino que nos conduce
esconde la plenitud
en las curvas y rasantes,
a veces nos deja regocijarnos con ella
pero otras, nos enfrenta al abismo.
   
Recordamos nuestra infancia
en la lejanía
participando del tiempo presente
por eso pareciera que perdurara
y quizá nos aferremos a su inocencia
al ser un periodo de exploración
y abandono de responsabilidades.
   
Quizá la fuerza de mis recuerdos
se encuentren en la adolescencia
donde se empoderan las emociones
y el corazón y la razón
como fuerzas se contraponen,
crecen sentimientos y amistades.
   
La juventud fueron estudios
y empresas de compromiso,
labriega fronteriza de futuro,
paño entretejido de ilusiones
y realidades inmediatas.
   
Sin darse uno mucha cuenta
nos encontramos en la madurez,
sesgos de tiempo e imperfecciones,
si no eres el constructor de tu mundo
será el universo el que te derruya
y aboque contra los arrecifes
que son la monotonía y la desidia.
   
La existencia representa la vida
entre paños de ansiedades y recogimiento,
de enigmas y certezas,
de amores y temores,
entre lazos ataviados de belleza
y desvaríos atolondradamente impulsivos.
Existir es experiencia
nacer todos los días
y, por las noches, recogerse.
   
Algunos días dolorosos por acontecimientos
pueden ser tornados en rayos de luz,
otros momentos son tan límpidos y brillantes
que la oscuridad será solo una alejada nube negra.
Nuestras elecciones son importantes,
definen lo que hemos de vivir
sea pretendido o sorteado.
   
No me cabe duda del riesgo de la existencia,
del valor productivo de nuestras acciones
o del pavor frente las gestiones omitidas.
Con el dilatado paso de los años
sabes que está acortado el futuro,
las dudas y recelos se extienden
y el único procedimiento que me queda
es seguir adelante mejorando mi presente.
   
© José Luis

Ruta emboscada

Ruta emboscada

  
Sin reglas
el bosque invade la montaña,
han dejado de oírse los parloteos
y la luz se ha oscurecido.
   
Resuenan las pisadas
vertiginosas en los guijarros,
los pasos se acercan al abismo
del frío ambiente verdemar.
   
Cada vez más los latidos abaten
las hojas suspendidas
y penetran en mis ojos
los musgos refulgentes.
   
Anhelo el piar del ruiseñor,
el crepitar de las gotas
en su caída de hojuelas secas,
no es el silencio lo que me estremece
sino esta perturbada soledad.
   
Quisiera la entereza de la roca
que en mi camino se detiene,
el naciente sol sesgado
siento en mi espalda
clavado en la frondosidad.
   
Lo recóndito se va abriendo,
tengo fijado en verde el mirar,
atravesado el bosque en la ruta
emboscada tiembla
la esperanza del recuerdo
de esta mañana de nieblas
y  encantadoras hayas.
   
© José Luis

Profundidad natural

Profundidad natural

A veces

cuando uno se pierde

en la profundidad natural

que entraña la naturaleza

sin querer

encuentra lo inesperado:

la fuga de un pensamiento

en lo alto de una piedra.

Fría mañana de invierno

Fria-mañana

  
Algunas mañanas
la ventana me mira.
   
Me presenta la posibilidad
de una nueva práctica
en la conquista del tiempo.
   
Esta mañana fría de febrero,
en la que los chopos esconden sus hojas
y el gris del cielo es un extenso manto,
un grupo de urracas en cuadrilla silenciosa
llaman mi atención con su atractiva estampa.
   
Me pongo nervioso,
qué poco duran esos momentos
en los que la captura del instante
es extremadamente fugaz
para retenerlo en la memoria
que nos acompaña siempre.
   
Cuando mi cámara por fin dispara
la huida ha cambiado la fisonomía
y agudizado más esa soledad temprana
que nos lleva a la prisa en la vida...
Abandono la ventana llevándome
ceniciento cielo, renovados brotes
y una pareja de picazas
que me devolvían al invierno.
   
En un nuevo despertar,
intuyendo las golondrinas
volveré a la ventana.
   
© José Luis

Líneas

Líneas

  
Cielo entreverado azul
blancuzco en nubes desintegradas
con cables unidos a la tierra
heredad sujeta en los pies
y ojos que se afirman
en un avistar oblicuo.
   
La energía se mueve
pero al igual que la bravura
está ceñida a la línea
que continuidad imprime
fuera
donde son los límites
purpúreas pretensiones.
   
No hay pájaros
donde el sol la mañana alegra
porque hay días
cuando la tarde se ciñe gris y opaca
cuando la abertura del cielo es inerte
que negras alas visten
las energizadas rayas.
   
Me gustan las líneas blancas
que dejan en el azur del limbo
otras alas de viajeros
que dejan abajo su mirada,
yo una vez fui uno de esos
que temblaba
cuando la líneas rojas de unos labios
me besaban.
   
© José Luis

Copa y nuez

Copa y nuez

  

Tiempo (copa):
- No, no volveré.
Mente (nuez):
- Sí, y siempre que yo quiera.
Tiempo:
- Puede que no sepas quién fuiste, y no necesites que regrese.
Mente:
- Entonces, aunque eso sea, seguro que desearé que vuelvas.
Tiempo:
- Tú no necesitas del tiempo.
Mente:
- Es verdad, pero  no es para mí, para quien quiero que vuelvas.
Tiempo:
- No puedo entretenerme.
Mente:
- Ni yo dejar que te marches.

No es el tiempo ni la mente quien importa, soy yo, que no sé quién soy.
O quizá sí.
La mente no puede desligarse del cuerpo
pero el cuerpo se ha desligado del tiempo
en una frenética carrera
y según avanzo
y me alejo del tiempo
más me acerco.
El tiempo marca la vida desde que nacemos
el tiempo avanza por nosotros
y cuando nos quedamos atrás
no entendemos qué nos pasa;
y cuando nos adelantamos
nos perdemos.
Ir al compás del tiempo es vivir
y cuando has vivido quieres retener
y cuando retienes se acerca el miedo y la incertidumbre
y vienen las dudas
y en tela de juicio desembocas.
Ir al compás del tiempo
es ir haciendo de la vida un sendero
y sabes que lo que ves es único
y sigues
sin aferrarte, aunque a veces dejes la mirada atrás,
y aun con dudas
sigues
porque no deseas que se escape el tiempo,
mas el espejo no miente
y lo que ves es lo que queda
o lo que no queda.

Yo:
- Tiempo, no corras.
Tiempo:
- Ya sabes que no corro, es mi manera de andar.
Yo:
- Tiempo no andes así, párate un poco y déjame que descanse.
Tiempo:
- No depende de mí.
Yo:
- No sé si reírme o asustarme
(pero mientras deja que no olvide…).

 

© José Luis