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De brindis

Frágilmente ribeteado el cristal carmesí
en los labios que apuran ilimitados las horas,
manso subterfugio de períodos y preceptos
en el fulgor magmático de clepsidras ateridas
y conspicuas, lenguas restallando en la inquietud
de la noche nupcial y naciente del año dos mil doce.
Irrigadas las venas desafiantes flanquean los alcores
invoco el solitario suspirar del viento en la loma,
pujanza irresistible de la fiera en su inusual aullido,
turbulentas las luces parpadean nebulosa la sombra
y en la calidez de las sábanas el deseo se enreda,
afilada la inconsciencia hiende mi sien vacilante.
Remonta la aurora el vulnerable llamear del horizonte
mis ojos, aunque inexcusablemente cerrados, vislumbran
en la oscuridad enigmático el ensueño de confeti y uvas,
solamente los brebajes de una maga hacen desatender
el vaporoso e ineluctable transcurrir del entretenimiento
mientras la realidad zigzaguea rubicunda las espesuras.
© José Luis
La rana de latón

El manubrio gira insistentemente
aletean sin voluntad las patas traseras
adelantan el suelo los saltos procaces
donde convergen mecanismo y gracia.
Provocan en su movimiento mis manos
espirales de liviandad cáustica
saltimbanquis piruetas mecánicas
pálpitos estertóreos y tenaces.
Inapelable con la rana es la cuerda
indivisos los hilos la arratran,
títere inflexiblemente fiel y ciego
fuiste de albedrío desarmado.
Desde tu interior sé que me miras
no llegas a entender esta maraña de espíritu
en tu mirada de silenciosa compañera,
algún día si pudiera… yo te contara.
© José Luis