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Hubo un tiempo

Entonces las palabras se dejaban aferrar y disfrazar entre las riberas del indómito tiempo cuando la naturaleza ya no era el paraíso y los animales se acercaban con sus ecos a la hondura de la sombra en las inexorables grutas de la meditación y el ensimismamiento para acumular en su poso la leyenda de la trasgresión y la mudanza.
Y hubo un día en el que el susurro de sus notas purificó nuestros sentidos amantes con el rumor de las olas teñidas tras el carmesí de tu boca y el glauco aroma del deleite.
© FreeWolf
La ciudad

no sólo pones aprecio en las personas...
El lugar en el que naces,
en el que creces,
en el que vives
va formando parte de ti:
las calles,
las piedras,
los jardines,
cada rincón visitado,
cada huella reconocida,
cada nueva apariencia...
Y formas parte de sus paseos,
de su sol,
de su despertar...
Y en toda gota de lluvia
pones la lágrima de tu tiempo;
en toda iglesia,
medallón,
o escalera
el recuerdo de una promesa.
Y a ella te arrimas
como al cuerpo de la amada,
como pitanza a tu alma
de edén eterno...
Porque sabes
que en algún momento
la savia de mis huesos,
al igual que tus labios
en mudas miradas
retozarán entre sus auras.
© FreeWolf
Otra tarde

Juega la tarde
a escaparse entre los celajes
que la sombra deja en el crepúsculo
y que mi voz aguarda
mientras marcan suaves los aleteos
el final de los relojes,
el paso etéreo del tiempo
y el recogimiento
que acompañan en la noche
la tersura de las sábanas
y los sueños.
Abandona el sol
la luz del recuerdo
tras los cárdenos reflejos
de la bruma de un mar lejano
y en sus glaucos movimientos
acompasan a la lluvia
fecundando la tierra
en su savia y sus memorias
mientras recogen tus manos
la ancestral caracola del silencio
y la arrimas al oído
buscando el eco del misterio
que es la vida
con el sonido de un “te quiero”
© FreeWolf
Nuestro instante

El aire
se acerca en la tarde
susurrando
lejanos los sonidos de un tiempo
que aún no ha sido heredado.
Cada resonancia irrumpe en la meditación
en ese glauco estremecimiento
mecido en los nebulosos embates de la jornada
mientras sentía silencioso
del rocío su frescura
con la intensidad del más vívido de los recuerdos,
aquellos ojos
que del espejo se aislaban
entre la bruma rasgueada de la espesura
carmesí de tus labios
y las ambarinas siluetas
que velan en concisos símbolos
de la casa los cobijos
ligados a los incorpóreos alados.
Percibo tus manos
deslizarse por mi espalda
entre los ocultos sonidos del orgasmo
y los cuños que el paso señalan de tus bríos
en los sazonados campos del deseo.
Caen las sombras
del parqué anegando las ranuras
fugaces del anhelo
y la noche me transfiere en tu iris
la mirada al horizonte
donde perduran toronjas las luces
del que será siempre
nuestro instante.
© FreeWolf
Tierra humedecida

La mirada de la tarde
devuelve humedecida a la tierra
el almagre de los enigmas etéreos
y del grácil eco de tu aliento
entre las veladas gotas
que abandona la inquietud
en la calidez sinuosa de mis dedos.
El aire arrastra apacible el otoño
que no quiere del árbol
abandonar su savia
ni el suave efluvio de tu ansia,
ni la pulida sombra de mis labios
en la tersura de tu cara.
El sol y sus rayos nos miran
en la hondura ciega del boscaje
y retirados en la tintineante bruma
nos perdemos en abrazos amantes…
© FreeWolf
Palabras a GOBINA

Se reúnen las palabras
en el vacío del tiempo
a la espera de ser domeñadas
en la profundidad del silencio.
Y el inmarcesible cosmos
accede a que en ellas
rutilen sus espacios
permitiendo a la oscuridad
acoger la afable estela.
A veces en la inconsciencia
se graba ansiado el eco
que atrapa al pensamiento
en el misterio de la existencia.
Y las palabras atraen
del anhelo las imágenes
entre las rumorosas riberas
de la amistad y el apego.
Y se aloja en nuestra ánima
la grandeza y magnificencia
en ese especial sentimiento
de auténtica complacencia
mientras erramos entre las sombras
guiados por esos faros
que sugieren a nuestros rumbos
perspectivas frescas...
© FreeWolf
Para un requiem

¡Oh, muerte
ensamblada en obeliscos
y solemnidades
entre los encandilados arrebatos
del ensueño
cuando las palabras revelaban los signos
y el ímpetu sensible de los talentos
que poseerías venerada la claridad
del cielo!
Arrostras la soledad
en el reposo adverso del tiempo,
ahora nacáreo,
irreverente y sombrío,
mientras sellas los instantes
con los surcos que quebrantan la pasión
en nuestros cuerpos.
¡Qué labios osarán pronunciarte
en la intimidad del sepulcro pétreo,
incrustando así obstinada en tu guadaña
los profanados ecos del silencio!
La armonía maceras voluptuosa,
que naciente en el placer esmerilado
tórnase inicua y dolosa
por la vida que se entrega.
¡En esa vacante nada
no aparecerá la joven Eva
ni la poma serpenteada,
en la que si quiera ceder,
junto al albedrío, la dentellada
del saber secreto!
© FreeWolf